lunes, 23 de noviembre de 2015

MANUELA SÁENZ AIZPURU


Manuela Sáenz Aizpuru nació en Quito, Ecuador, el 27 de diciembre de 1797. Hija natural del comerciante español Simón Sáenz, y de la criolla María Joaquina de Aizpuru. La madre murió a los pocos años de nacida, razón por la cual la niña fue entregada al Convento de las Monjas Conceptas, Real Monasterio de la Limpia e Inmaculada Concepción, bajo la tutela de su superiora, sor Buenaventura.
Su padre la llevó de pequeña varias veces de visita a la casa que compartía con su esposa, Juana del Campo y Larraondo, Dama de Popayán, quien le enseñó buenas costumbres, y le fomentó su interés por la lectura y el conocimiento; así estableció lazos fuertes con su medio hermano, José María. Le asignaron además para cuidarla, a las negras Natán y Jonatás; quienes le acompañaron el resto de su vida.
Luego de haber completado su formación con las monjas conceptas, se trasladó al monasterio de Santa Catalina de Siena, en Quito, perteneciente a la Orden de Santo Domingo. Aprendió tareas propias de una señorita de sociedad, bordar, elaborar dulces y aprendió los idiomas inglés y francés.
Con 17 años, huyó del convento, según, por insistencia del oficial del Ejército Real Fausto D’Elhuyar, sobrino de Juan José Elhúyar e hijo de Fausto Elhúyar; descubridores del tungsteno. En 1817, el padre la casó con el doctor inglés James Thorne, quien comerciaba con él como socio.
Manuela se interesó por la independencia de su país y del Perú, lo cual le valió el título Caballeresa de la Orden El Sol del Perú, otorgado por el propio prócer José de San Martín.
En 1821, regresó al Ecuador, viajó con su medio hermano, entonces oficial del batallón Numancia, integrado al Ejército Libertador con el nombre de Voltígeros de la Guardia, bajo las órdenes del general Antonio José de Sucre.
En 1822, tuvo la oportunidad de conocer a Simón Bolívar; y las crónicas de la época resaltan que cuando Manuela supo que el héroe se acercaba a la casa, se fue al balcón, agarró una corona de rosas y ramas de laureles y las arrojó para que cayera al frente del caballo del Libertador; pero fue a parar a la casaca, a la altura del pecho de Bolívar. En ese momento él levantó la mirada y la miró y sonrió; saludándola con el sombrero que traía a la mano.
Esa noche se conocieron formalmente en el baile de bienvenida al Libertador, y durante los próximos ocho años Manuela y Simón Bolívar vivieron un amor de aventuras, luchas, pasión y libertad.
En 1823 Manuela acompañó a Bolívar al Perú; luego se radicaron en Santafé de Bogotá, Colombia. Aunque su esposo, Thorne en varias ocasiones le pidió a Manuela que volviera a su lado, la respuesta de Manuela siempre fue negativa, ya que prefería ser la amante de Bolívar.
Manuela se convirtió la noche del 25 de septiembre de 1828, en La Libertadora del Libertador, al impedir el intento de asesinato a Bolívar. Los enemigos de Bolívar habían conjurado para asesinarle aquella noche de septiembre. Al entrar al Palacio de San Carlos (hoy, Cancillería de Colombia), Manuela se dio cuenta del intento de atentado, y se interpuso a los rebeldes, para que Bolívar tuviera tiempo de escapar por la ventana. Logrando Bolívar salvar su vida y luego descubrir a los responsables de aquel hecho.
Al fallecer Bolívar el 17 de diciembre de 1830, en Santa Marta, Colombia, producto de la tuberculosis; todo cambió para Manuela, quien abandonó en 1834 el país colombiano por la presión de los enemigos del Libertador, entre ellos, Francisco de Paula Santander, quien la desterró; viajando Manuela hacia la isla de Jamaica. Regresó a Ecuador en 1835, pero no pudo llegar a Quito, su pasaporte fue revocado por el entonces presidente Vicente Rocafuerte, instalándose en el puerto de Paita, Perú. Allí recibió visitas importantes, como las del patriota italiano Giuseppe Garibaldi, el escritor peruano Ricardo Palma, el maestro de Bolívar, Simón Rodríguez; y el escritor inglés Herman Melville, autor de la novela Moby Dick, entre otros. Durante 25 años se dedicó a vender tabaco, traducir y escribir cartas a los Estados Unidos de Norteamérica, hacer bordados y dulces por encargo.
En 1847, Thorne, su esposo murió asesinado; y ella no pudo recibir la herencia que le correspondía por ser la viuda, porque aún sus enemigos le impedían moverse de Paita.
Manuela Sáenz falleció el 23 de noviembre de 1856, a los 59 años de edad, durante una epidemia de difteria que azotó la región. Su cuerpo fue sepultado en una fosa común del cementerio local y todas sus posesiones, para evitar el contagio, fueron incineradas, incluidas una parte importante de las cartas de amor de Bolívar y documentos de la Gran Colombia que aún mantenía bajo su custodia. Sin embargo, no todo se perdió porque Manuela ya le había entregado a Daniel Florencio O’Leary gran parte de documentos para elaborar la voluminosa biografía sobre Bolívar.
Manuela siempre le profesó amor y admiración al Libertador Simón Bolívar, es famosa la frase de la quiteña universal: "Vivo adoré a Bolívar, muerto lo venero".

Lic.  Sonia Verenzuela T.

2015


FUENTES CONSULTADAS:


Rumazo González, Alfonso: Manuela Saenz: la libertadora del libertador. Ministerio de la Cultura del Ecuador, 2009.


ICONOGRAFÍA:


www.biografiasyvidas.com